Hubo un tiempo cuando Palermo era muy diferente de la forma en que la conocemos hoy. Era una ciudad llena de parques y lagos artificiales, magníficos palacios, villas, iglesias y jardines … una ciudad famosa en todo el Mediterráneo, que atrajo a los viajeros extranjeros que vinieron aquí y que luego contaban sus maravillas en sus diarios de viaje.
En este tempo lejano, Palermo fue la capital de un reino y su rey, Guillermo I, construyò magníficos palacios fuera de las murallas de la ciudad, rodeados de maravillosos parques que componìan el jardín llamado «Genoard» o jardín paraíso, rico de fuentes, lagos, exuberantes plantas, animales y pequeños pabellones donde el monarca descansaba durante sus caminatas o expediciones de caza.
Algunos de estos palacios afortunadamente sobrevivieron hasta nuestros días y uno de los más bellos es el palacio de la Zisa, una palabra que viene del árabe «al aziz» y que significa «el que brilla».
En la era de los normandos en el siglo XII, el palacio estaba muy lejos de la ciudad, en el campo. Hoy en día si quieren visitar la Zisa tienen que ir a buscarlo entre los bloques de pisos del barrio Zisa que desde el palacio toma su nombre. Hay un gran edificio cúbico, muy simple, con pequeñas ventanas ojivales y tres grandes aberturas de la planta baja.
La Zisa fue construido entre 1165 y 1180 por copiar el estilo de los palacios árabes del norte de África, estaba rodeado por un hermoso parque y en la entrada había un pequeño lago artificial con un pequeño pabellón cubierto al que se accedìa a través de un puente. En la planta baja todavía se puede admirar la Sala de la Fuente, un bonito salón decorado con elementos de la arquitectura árabe (por ejemplo, las estalactitas de pietra en las esquinas del techo) y con una hermosa fuente decorada con mosaicos de oro; el agua brotaba de la fuente y luego corría a lo largo de un canal hasta el tanque externo.
Hace falta un poco de fantasía pero es bueno imaginar cuando los reyes y reinas, caballeros y damas de la corte, pasaban sus días de verano en este edificio, disfrutando del descanso y la frescura del jardín.